«El celibato aparece en nuestros días como una de las realidades más originales y más contestadas del cristianismo. El historiador sabe que ha sido así desde el principio». Esta cita sirve a Juan María Uriarte como punto de partida para un tratamiento interdisciplinar del celibato desde aquellos saberes con los que está familiarizado y, concretamente, desde la antropología, la teología, la espiritualidad y la experiencia del trato pastoral con muchos célibes. Su reflexión parte del análisis del contexto cultural en que los sacerdotes viven hoy el celibato (cap. 1). A continuación expone de forma sencilla, pero suficientemente rigurosa, algunas tesis sólidas de antropología sexual. Se trata de una exposición muy conveniente, puesto que el celibato auténtico no es una negación de la sexualidad, sino otra manera de vivir nuestra condición sexual (cap. 2). Acto seguido, recoge algunas afirmaciones de la antropología del celibato, orientadas a descubrir su posibilidad y su dignidad humana, hoy cuestionadas por la mentalidad predominante (cap. 3). El capítulo 4 muestra las dimensiones cristológica, eclesiológica y escatológica del celibato cristiano, y establece entre él y el matrimonio una saludable confrontación que desvela el carácter complementario de ambos estados de vida. La teología del celibato inspira una espiritualidad específica, cuyos rasgos son descritos y analizados en el capítulo 5. La naturaleza carismática del celibato no solo no exime de un aprendizaje, sino que, por el contrario, lo reclama. Los dos últimos capítulos están expresamente dedicados a la pedagogía necesaria para garantizar este aprendizaje. El primero de ellos describe las características de un celibato sano y logrado, y enuncia criterios operativos (cap. 6); el segundo y último presenta orientaciones y tareas concretas (cap. 7). |